HISTORY estrena el especial LOS ÁLAMOS, que de la mano del ufólogo y periodista mexicano Jaime Maussan investiga y profundiza en tres casos históricos sobre la caída de OVNIs en los alrededores de la planta nuclear de Los Álamos, Nueva México. Entre 1945 y 1948, al menos cuatro naves no identificadas cayeron a tierra, “muy probablemente debido a la interferencia que generaron radares muy potentes de microondas para la protección del único lugar donde se producían bombas atómicas en 1947” -cuenta Maussan- en las inmediaciones del Laboratorio Nacional Los Álamos, Nuevo México, una de las instituciones científicas y de investigación nuclear más grande e importante del mundo.
En esta producción, el especialista Maussan abordará este misterio aún sin resolver que ha acontecido en nuestro planeta relacionados a la caída y la recuperación de naves extraterrestres que ocurrieron en tres lugares distintos muy cercanos el uno del otro: San Antonio, Aztec y Roswell, todos en Nueva México.
Maussan viaja al lugar donde ocurrieron los hechos, en los alrededores de Trinity Site, lugar bautizado por Robert Oppenheimer, el creador de la bomba atómica en 1945. “Resulta verdaderamente extraordinario que los casos relacionados a estrellamientos de objetos voladores no identificados hayan ocurrido todos cerca de este lugar. Lo cual nos permite relacionarlos. Y muy posiblemente la causa haya sido algunos radares que utilizaban microondas, radares precisamente que fueron descontinuados por el peligro que significaban no solamente para la aviación sino para aquellos que los operaban. Estos radares muy posiblemente fueron la causa por la que cayeron tantos objetos que fueron atraídos hasta este sitio, el lugar donde fue detonada la bomba nuclear”, explica.
El primer caso, en San Antonio, permaneció oculto por más de 70 años. Sucedió el 16 de agosto de 1945, cuando una nave de características inusuales se estrelló, justo un mes después de la explosión de la bomba nuclear detonada el 16 de Julio de 1945 y conocida como la Prueba Trinity. Remigio ‘Reme’ Baca y José Padilla, en ese entonces dos pequeños niños, llegarían montando sus caballos hasta la zona de la caída luego de escuchar una explosión, y así se convertirían en los únicos testigos directos del accidente. Uno de los aspectos más sobresalientes del caso es que estos chicos tuvieron una visión clara de los seres que se accidentaron en la nave. De ese disco volador, unos días después de la caída, los niños extraerían una pieza de metal que conservaron y que se ha mantenido oculta durante años.
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